Como parte de las festividades de la exaltación al Salón de la Fama en el año 1999, los Rangers disputaron un juego de exhibición ante los Reales de Kansas City en Cooperstown, Nueva York. Además, se dieron un tour privado del legendario museo.

El puertorriqueño Iván “Pudge” Rodríguez recuerda bien esa noche.

“Vi todo el museo”, dijo Rodríguez. “Créanme, una de las cosas que les dije a mis hijos esa noche fue, ‘Un día van a venir aquí y verán mi placa’. Eso fue lo que le dije a mi familia”.

Ese día debe de llegar en el año 2017. La papeleta de votación del Salón de la Fama fue develada el lunes y Rodríguez apareció en ella por primera vez. No debería haber una segunda.

“No hay nada que pensar”, dijo el ex patrullero de los Rangers, Rusty Greer, quien bien podría estar hablando en nombre de casi todas las personas que vieron jugar a ‘Pudge’ durante 21 temporadas. “No sólo es que no hay nada que pensar, sino que debería entrar sin ninguna duda en su primera oportunidad”.

Tom Grieve, ex gerente general de los Rangers, afirma que Rodríguez cumple todos los requisitos para entrar al Salón de la Fama.

“Era uno de esos jugadores por los que la gente pagaría por ir a ver”, dijo Grieve.

Rodríguez es el más destacado de la lista de los nuevos elegibles, junto a los dominicanos Vladimir Guerrero y Manny Ramírez y el también puertorriqueño Jorge Posada. Jeff Bagwell, Tim Raines y Trevor Hoffman son los tres jugadores que recibieron más votos el año pasado y que siguen en la papeleta.

“Me siento muy emocionado por todo esto”, dijo Rodríguez. “Es difícil creer que cinco años pasaron tan rápido. Siento como si me hubiese retirado hace un par de temporadas. Será algo agradable. Con suerte podré entrar al Salón de la Fama. Nadie sabe. Pero me siento positivo”.

Para ser electo al Salón de la Fama, un jugador debe aparecer en el 75% de las boletas de los periodistas de la Asociación de Cronistas del Béisbol de Norteamérica (BBWAA, por sus siglas en inglés) y cada votante puede elegir hasta 10 nombres.

El anuncio de quiénes serán los elegidos en esta oportunidad se hará el 18 de enero y la ceremonia de exaltación se realizará el 30 de julio en Cooperstown.

“Sí, pienso en eso”, dijo Rodríguez. “Ahora que se acerca el momento, pienso en ello casi todos los días”.

No hay nada que debatir en cuanto a los méritos de Rodríguez. El único debate auténtico es qué posición tiene entre los grandes receptores de todos los tiempos junto a Johnny Bench, Roy Campanella, Yogi Berra y muy pocos otros.

Rodríguez disputó 14 veces el Juego de Estrellas, ganó siete Bates de Plata y el premio al Jugador Más Valioso de la Liga Americana en 1999. Se retiró con 2.844 hits, 311 jonrones y .296 de promedio. Todas esas credenciales se comparan sin problema alguno con las de miembros del Salón de la Fama.

Y además de eso, está su defensiva en una de las posiciones más exigentes del béisbol. Desde que Bench se retiró, no hay comparación entre Rodríguez y el resto.

El boricua ganó 13 Guantes de Oro, la mayor cantidad entre los receptores, y está empatado con Ozzie Smith por la mayor cantidad entre los jugadores de posición, sólo detrás de los 16 que ganó el tercera base Brooks Robinson.

El increíble brazo y los rápidos pies de Rodríguez lo convirtieron en el cátcher más temido de su generación. Encabezó nueve veces su liga retirando corredores, con un tope de 60.3% en el 2001 y un promedio de por vida de 45.7%.

“Fue un gran bateador, pero nadie tenía una defensa parecida”, dijo Grieve. “Esa era la parte más emocionante, verlo lanzar a las bases. Te garantizo que tiraba al menos a 95 millas por hora. Y no descartaría que llegaba a 100 millas”.

También vale la pena mencionar que Rodríguez disputó 2.427 juegos en la receptoría, la mayor cantidad en la historia de las Grandes Ligas. También es primero en outs realizados y quinto en doble-matanzas entre receptores. Es 88vo en errores y 93ero en passed balls.

La durabilidad de Rodríguez era asombrosa. En 21 años de carrera, promedió 111 juegos por temporada como titular en la receptoría, incluidos 102 con los Nacionales en el 2010 a los 38 años de edad.

“Yo creo que lo que más me enorgullece como pelotero era la pasión y el amor que sentía por el juego”, dijo Rodríguez. “Jugaba duro y daba el 100% todos los días por los fanáticos y pienso que ellos lo apreciaban. Eso es algo que me dejó el béisbol, el aprecio que sentían los aficionados por mí”.

Sus compañeros sienten lo mismo.

“Fue tremendo compañero”, dijo Greer. “Todos los días llegaba al clubhouse listo para jugar. Se convirtió en un líder gracias a lo que hacía en el terreno.

No era de hablar mucho -teníamos gente que cumplía ese papel- pero venía todos los días preparado. Quería hacer las cosas bien. Le apasionaba ganar y eso era algo que motivaba al equipo”.

Rodríguez jugó con los Rangers entre 1991 y el 2002, antes de convertirse en agente libre. Había pasado los últimos tres años luchando con las lesiones y había sospechas de que su carrera estaba en declive.

Terminó firmando con los Marlins en el 2003 y fue su cátcher cuando ganaron la Serie Mundial después de haber sido nombrado Jugador Más Valioso de la Serie de Campeonato de la Liga Nacional ante los Cachorros. Los próximos cinco años los pasó con los Tigres, asistiendo a otros cuatro Juegos de Estrellas y ganando tres Guantes de Oro más.

Pero todavía no estaba listo para el retiro. Los Rangers lo contrataron para jugar las últimas seis semanas de la temporada del 2009 y ahora se desempeña como asistente especial del gerente general Jon Daniels.

Su próxima parada debería ser el Salón de la Fama.

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